Vacunación contra Leptospirosis canina: Inconsistencias en la recomendación de las Guías de Vacunaciones para Veterinarios Latinoamericanos

Introducción

La Leptospirosis es una enfermedad zoonótica causada por bacterias del género Leptospira. Los microorganismos se pueden propagar a través de la orina de los animales infectados, los que pueden llegar a un medio propicio como el agua o suelo húmedo, y sobrevivir allí durante semanas o meses (Rohilla y col., 2020).

Los perros que presentan infección renal, pueden eliminar las bacterias en la orina, y debido a su estrecha relación con los humanos representar una fuente importante de infección (Langoni y col., 2015).

 

Lineamientos sobre Vacunación en Perros

En Octubre de 2020 se publicó un informe sobre “Recomendaciones sobre vacunación para los profesionales latinoamericanos de pequeños animales” por parte del grupo de directrices de vacunación de la Asociación Mundial de Veterinarios, y días atrás asistimos vía web a la presentación de las mismas.

En estos nuevos lineamientos, se continuaron en general con las mismas pautas introducidas en las guías mundiales de vacunaciones publicadas en Enero de 2016. En particular con la recomendación de colocar la última dosis de las vacunas principales (CPV, CDV y CAV) del esquema inicial de inmunoprofilaxis en cachorros a las 16 semanas de vida o más tarde.

Hasta ahí sin novedades, pero nos sorprendimos cuando dentro de la sección de preguntas y respuestas, llegamos al punto de las recomendaciones sobre la vacunación de perros contra Leptospirosis.

En las guías de vacunaciones para perros y gatos de la misma entidad, publicadas en enero de 2016 y con alcance global, decía lo siguiente: “Las vacunas contra Leptospira proporcionan una inmunidad de relativamente corto plazo. Además, algunos productos contra Leptospira previenen la enfermedad clínica, pero no inducen protección contra la infección y la diseminación de la bacteria, especialmente cuando la infección (desafío de campo) ocurre más allá de 6 meses después de la vacunación”.

Llamativamente, en las recomendaciones para veterinarios latinoamericanos de 2020 dice: “En las primeras versiones de las guías globales de la Asociación Mundial de Veterinarios, el grupo de expertos, (liderados por el Dr. Michael Day), recomendaba que fuera tenida en cuenta la revacunación cada 6 meses contra Leptospirosis en perros de alto riesgo. Subsecuentemente eliminamos esa recomendación ya que no había suficiente evidencia científica para apoyarla. Por lo tanto, incluso los perros de alto riesgo sólo requieren una revacunación anual contra la Leptospirosis”.

Entendemos que en este lapso, las vacunas deberían haber tenido una evolución suficiente en cuanto a eficacia, para que las recomendaciones de 2016 quedaran obsoletas 4 años después. Si no existía evidencia en 2020, tampoco la teníamos en 2016. ¿Por qué este cambio de criterio y de recomendación?

Las publicaciones que confirman la protección de un año en condiciones controladas, basadas en estudios de vacunación/desafío sobre eficacia y duración de la inmunidad de las vacunas contra Leptospirosis en perros, que hemos encontrado haciendo una búsqueda en Internet, se han realizado entre los años 2003 y 2014 (André-Fontaine, 2003; Klaasen, 2003, 2012, 2014; Minke, 2009; Wilson, 2013). Como vemos estas publicaciones, que según se puede observar presentan notables conflictos de intereses, fueron realizadas antes de 2016 o sea antes que se publicaron las guías globales. Si en 2020 había evidencia de que las vacunas en condiciones de alto desafío protegían a los animales por un año, esta información también existía en 2016. ¿Por qué el cambio de criterio actual y en la recomendación?

 

Estudios Controlados de Eficacia

Para interpretar los alcances de estos estudios de eficacia basados en vacunación/desafío contra Leptospirosis en perros, es necesario citar a G. Moore en su publicación de 2013 “Leptospirosis: preventing a complex and elusive disease” cuando dice: “Los ensayos de vacunas están diseñados para determinar la eficacia de las vacunas demostrando una protección eficaz frente a un desafío suficiente. Esto se evidenciará en una enfermedad leve o nula en los animales vacunados y altas tasas de enfermedad en los animales no vacunados, luego de la exposición. Es difícil diseñar ensayos de vacunas contra la Leptospirosis. El investigador deberá decidir con qué cepa desafiar y la dosis de desafío de Leptospiras para esa cepa. Las cepas pueden estar disponibles a partir del cultivo de perros infectados naturalmente, pero estas cepas pueden haberse mantenido en un laboratorio (ex vivo) durante varias semanas o meses. (Por lo que surge la pregunta) ¿Qué tan virulentas son? ¿Qué tan representativa es esa cepa en relación a las cepas naturales que residen en huéspedes reservorios en las diferentes áreas geográficas? Dado que se reconoce que la exposición/desafío natural no produce de forma constante una enfermedad grave en perros susceptibles, la dosis infecciosa "apropiada" para el experimento, puede necesitar ser mayor que la estimada para las exposiciones naturales. Incluso con esta dosis de desafío más alta, ¿se producirá la enfermedad clínica en perros susceptibles a la velocidad y gravedad requeridas?”

Continuando con la interesante publicación de Moore, la que nos introduce en un baño de realidad, en sus conclusiones finales presenta una visión de alcance colectivo, que el médico veterinario clínico debería tener siempre en cuenta, la que le permitirá percibir que los resultados experimentales que rezan en las fichas técnicas de los diferentes productos biológicos contra Leptospirosis, difícilmente se trasladen sin cambios cuando esos mismos productos son aplicados en la población general de perros. El autor señala: “No es de sorprender que las limitaciones en el diseño y la realización de ensayos de vacunas contra Leptospirosis también creen algunos límites para su interpretación y generalización. Si bien los estudios demuestran la eficacia de una vacuna, no se debe suponer que los porcentajes informados en los estudios se replicarán exactamente en otros estudios, o que las "fallas" de la vacunación observadas en los estudios se producirán de igual forma frente al desafío natural de la enfermedad. La pequeña muestra (N) para cada grupo en cada estudio no es inusual, pero las vacunas disponibles comercialmente podrían potencialmente ser administradas a miles de perros”.

Como hemos visto en la publicación de Moore, se dejan claras las limitaciones que pueden tener los estudios controlados de eficacia de las vacunas contra Leptospirosis. Lo que amerita considerar con particular atención sus conclusiones. Enfoque y consideraciones que quedaron claramente demostradas en las recomendaciones globales de 2016 y que en apariencia no fueron tenidas en cuenta en la revisión regional de 2020.

 

Conclusiones

En base a la información compartida y continuando con el criterio establecido en la versión mundial de las guías de vacunaciones de 2016, la vacunación debería brindar protección no solo frente a la presentación clínica de la enfermedad, si no también frente al estado de portador renal asintomático, con la finalidad en última instancia de evitar que los perros vacunados diseminen bacterias a través de la orina, convirtiéndose en fuentes potenciales de infección para las personas. Siendo esto particularmente importante frente al serogrupo canícola, debido a que los perros son sus hospedadores naturales de mantenimiento.

Teniendo en cuenta que, así como se señala en los lineamientos globales anteriormente publicados, pueden existir escenarios de “rotura de la inmunidad” en perros que viven en condiciones de alto riesgo, sugerimos que la recomendación de colocar vacunas contra Leptospirosis cada 6 meses a perros que viven en ambientes con alto riesgo, debería seguir siendo considerada por el médico veterinario encargado de diseñar un esquema de inmunoprofilaxis dentro del contexto epidemiológico presente en algunas regiones de Latinoamérica, y por tratarse de una enfermedad zoonótica con impacto en salud pública, su prevención en estos animales debería ser en todos los casos sólidamente abordada.

 

Lecturas sugeridas

Azócar-Aedo et al. Leptospirosis in dogs and cats: epidemiology, clinical disease, zoonotic implications and prevention. Arch Med Vet 46, 337-348 (2014).

Day et al. Guidelines for the vaccination of dogs and cats. Journal of Small Animal Practice, Vol 57, January 2016.

Langoni et al. Pesquisa anticorpos e de DNA de Leptospira spp. em soro canino. Vet. e Zootec. 2015 set.; 22(3): 429-436.

Moore GE. Leptospirosis: preventing a complex and elusive disease. Vet Rec 2013; 172(7):179–80.

Recomendaciones sobre vacunación para los profesionales latinoamericanos de pequeños animales: Clínica Veterinaria, Año XXV, n. 148, septiembre/octubre, 2020.

Rohila et al. Detection of Leptospira in urine of apparently healthy dogs by quantitative polymerase chain reaction in Haryana, India. Veterinary World, EISSN: 2231-0916. Vol.13/November-2020.

Rojas et al. Detection and quantification of leptospires in urine of dogs: a maintenance host for the zoonotic disease leptospirosis. Eur J Clin Microbiol Infect Dis (2010) 29:1305–1309

Sant'Anna et al. Asymptomatic leptospiral infection is associated with canine chronic kidney disease. Comparative Immunology, Microbiology and Infectious Diseases (2018).


Comentarios

Entradas más populares de este blog

Castraciones de perros/gatos y sustitución de prestaciones privadas. ¿Por qué fracasan algunos “programas” oficiales?

Transmisión de Rabia por mordedura de Roedores

Vacunación de un perro que ha padecido Distemper: "Un dilema frecuente a dilucidar"