Fallas en la vacunación contra el Distemper canino


La vacunación con productos biológicos eficaces no siempre garantiza la inmunización. Las vacunas más difundidas a nivel global contra el Distemper, están formuladas con virus activos atenuados que, de ser eficaces, darán al cachorro niveles protectores de inmunidad humoral (anticuerpos) y celular (citotoxicidad). Para ello, es esencial que una cantidad del virus vacunal administrado al animal se replique y propague hacia los órganos diana. El hecho de estar atenuados no permite que los virus contenidos en las vacunas causen enfermedad (Waner, 2002).

Las fallas en la vacunación contra el Distemper son poco frecuentes, pero se deberían tener en cuenta una serie de factores que podrían ser las causas de respuestas no esperadas. Es clave el entendimiento de las posibles causas, para hacer un análisis adecuado de la situación, con la finalidad de reducir estos eventos no deseados a su mínima expresión. 

Los síndromes de inmunodeficiencia hereditarios representan un problema probablemente cada vez mayor, debido a las políticas de endogamia intensiva que utilizan muchos criadores de perros. Estas inmunodeficiencias suelen ser inespecíficas y representan un número importante pero desconocido de fallas en la vacunación contra el Distemper (Povey, 1986). Actualmente a este grupo de animales se los suele identificar dentro de la categoría de “No Respondedores” a la vacunación (WSAVA, 2016).

El efecto de bloqueo por los anticuerpos maternos se puede esperar en aproximadamente el 50% de los cachorros menores a seis semanas, y esto por lo general suele ser menos importante luego de las 12 semanas de edad, en donde la mayoría de los animales (con algunas excepciones) estarán en condiciones de responder a la vacunación contra el Distemper. Actualmente la presencia de inmunidad pasiva materna, continúa siendo la causa más frecuente de fallas en la vacunación contra esta enfermedad (Waner, 2002).

Las infecciones virales intercurrentes estimulan la producción de interferón, por lo que si se coloca una vacuna a un animal infectado (sintomático o asintomático), estos pueden bloquear la replicación del virus contenido en la vacuna. Por otro lado un agente etiológico concomitante, como el parvovirus canino, puede tener efecto inmunosupresor (Kesel, 1983). Estos dos escenarios, solos o en conjunto, pueden comprometer la respuesta inmune de un cachorro a la vacunación.

Las altas temperaturas ambientales pueden llevar a fallas en la respuesta a la vacunación. Temperaturas corporales superiores a 39.6°C pueden no permitir la replicación del virus vacunal en las células del animal (Webster, 1975), y determinar una respuesta subóptima.

La exposición excesiva de los cachorros al virus virulento del Distemper en un medio ambiente contaminado por alta incidencia de la enfermedad, en donde la inmunidad poblacional es baja (Riley, 2005), puede superar en algunos animales los niveles de protección inducidos por la vacunación, los que serían suficientes para prevenir una infección en circunstancias normales (Povey, 1986).

El virus del Distemper es muy sensible a los cambios del entorno y se puede inactivar con cierta facilidad. El manejo inapropiado de biológicos que incluyan al antígeno atenuado de Distemper en su formulación, en relación a su conservación y manejo, puede impactar de forma negativa sobre su eficiencia para replicar en las células del cachorro y consecuentemente comprometer la calidad de la respuesta inmune.


Diversidad Genética

Se ha postulado que la diversidad genética del virus salvaje del Distemper canino puede ser un factor de relevancia para el control de la enfermedad, y que nuevas variantes genéticas podrían estar asociadas a evasión inmunológica en perros vacunados y ser responsables de fallas en la vacunación (Martella, 2006).


Estructura del Virus del Distemper canino (a) y su genoma (b).


Hasta el momento la hipótesis de fallas en la vacunación contra el  Distemper canino por falta de inmunidad cruzada entre las cepas vacunales frente a estas nuevas variantes genéticas virales circulantes en el terreno, no ha sido claramente demostrada. En parte de la bibliografía consultada se pueden encontrar algunos errores instrumentales, cuando se considera animal vacunado al que recibió solamente una dosis del producto biológico, sin tener en cuenta la edad cuando se colocó esa vacuna (Józŵik, 2002).

Por otro lado estas potenciales diferencias antigénicas entre cepas, se hacen menos evidentes cuando los animales son vacunados con productos formulados con virus activos atenuados, debido a que son los que poseen mayor capacidad de inducir inmunidad celular y estimular la producción de altos títulos de anticuerpos neutralizantes. 

En este mismo aspecto, debemos considerar que a medida que los anticuerpos disminuyen entre los intervalos entre vacunaciones, es probable que se establezca un umbral en el cual los anticuerpos podrían no proteger contra un desafío elevado por cepas heterólogas circulantes (Anis, 2018).

De cualquier forma, si luego de la vacunación se establece una sólida inmunidad celular mediada por células de memoria y citotóxicas, es de esperar que la posibilidad de falla vacunal por desafío de variantes filogenéticas de campo distintas, se reduzca considerablemente.


Conclusiones

Hasta el momento la mejor forma de controlar el Distemper canino, es la prevención mediante la vacunación (Carmichael, 1999). La concepción de “vacunación adecuada” lleva implícita una serie de requisitos que se deben cumplir para que una estrategia de prevención se traduzca en protección.

Vacunar animales sanos, colocando una dosis de vacuna en el momento preciso, cuando ya no estén presentes los anticuerpos maternos con capacidad de neutralizar a los antígenos de la vacuna, es el objetivo de mínima para considerar a un cachorro con su esquema inicial de vacunaciones completo.

Debido a la alta circulación de diversos patógenos que afectan a la especie canina en la región, la posibilidad de vacunar a un animal que presenta algún padecimiento subclínico, se encuentra omnipresente en la práctica clínica diaria, y este es uno de los factores que se deben considerar frente a la presentación de fallas en la vacunación contra esta infección viral.

En base a nuevos estudios moleculares que señalan la presencia de diferentes variantes genéticas del virus del Distemper canino en Latinoamérica (Duque-Valencia, 2019; Budaszewski, 2013; Simón-Martínez, 2007) y la hipótesis sobre el potencial cambio en la antigenicidad de las nuevas cepas (salvajes) en relación a la protección conferida por las cepas vacunales, será necesario que los clínicos veterinarios se aseguren de “desarrollar y mantener” títulos de anticuerpos robustos en todos sus pacientes caninos, y este aspecto se postula como de alta relevancia para brindar la máxima protección frente a los diversos genotipos del virus del Distemper canino que circulan en la región Latinoamericana (Anis, 2018).

Por lo tanto, la estrategia de protección y el diseño del mejor esquema de vacunaciones que sirva para prevenir el Distemper en un perro, siempre debe estar en manos del médico veterinario conocedor de las características epidemiológicas de la zona en donde vive cada animal. Es muy importante que los tutores de perros cumplan con las fechas establecidas por el médico veterinario, pues los intervalos entre vacunaciones son una de las claves para obtener la protección.

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