Protección de cachorros que han perdido la inmunidad materna antes de las 6 semanas de vida - Vacunación Anticipada.

 

Durante las primeras horas luego del nacimiento, el cachorro deberá ingerir calostro de su madre, el que se espera proporcione protección inmunológica adquirida pasivamente durante todo el período neonatal.


Fuente: https://wuuf.nl

Se ha demostrado que puede haber una variación considerable entre compañeros de una misma camada en la eficiencia de la absorción de inmunoglobulinas calostrales, esto se encuentra directamente relacionado con el tamaño y la fuerza individual del recién nacido y con las habilidades maternales de la perra. También pueden haber variaciones individuales entre las madres en relación a la concentración de anticuerpos específicos en cada calostro (Day, 2009).

El período neonatal en la especie canina, definido como las primeras tres semanas de vida, es una etapa crítica y con alto riesgo de mortalidad, pues alrededor del 10% de todos los cachorros nacidos vivos mueren entre el nacimiento y los 21 días de edad (Mugnier, 2018).

La tasa de supervivencia durante este período depende de la capacidad del recién nacido para adaptarse a la vida extrauterina (Chastant, 2019). Una transferencia adecuada de anticuerpos a través del calostro es fundamental para los cachorros, ya que bajos niveles de inmunoglobulinas se asocian a un mayor riesgo de mortalidad neonatal (Mila, 2014).

Es habitual que en la mayoría de los consultorios veterinarios, los cachorros comienzan a ser vacunados a partir de las 6 semanas de vida, suponiendo que la inmunidad materna ha sido suficiente para protegerlos frente a las enfermedades principales, hasta ese momento.

Se ha sugerido que cuando el título de anticuerpos es menor a 1:160 (IHA), los cachorros se vuelven susceptibles a la infección por el Parvovirus canino (Decaro et al., 2005). Un estudio reciente sobre 169 cachorros (camada promedio 5 cachorros), demostró que los anticuerpos maternos contra el Parvovirus disminuyeron en promedio de 1:320 (día 2) a 1:40 (día 28) y que solo el 12% de los cachorros tenían un título protector frente a este virus (CPV-2) a las 4 semanas de vida (Mila, 2018).

Además es necesario señalar que en ambientes con alta circulación viral (omnipresentes en Latinoamérica) y en donde los cachorros estarán expuestos a patógenos a edad temprana, va a existir necesariamente un consumo de anticuerpos pasivos en sangre como consecuencia de la exposición sostenida al desafío viral.

Por lo señalado, el criterio a tener en cuenta para cachorros que viven en lugares potencialmente contaminados, es esperar una disminución más rápida de los anticuerpos maternos debido a la alta presión ambiental, lo que conducirá a una entrada más temprana al período de susceptibilidad a las diferentes infecciones virales (Macartney, 1988).

Para una gran parte de la comunidad veterinaria la vacunación temprana (antes de las 6 semanas de vida) pareciera representar un aspecto controvertido, ya que se presupone que la inmunidad materna puede interferir con los antígenos vacunales, disminuyendo la respuesta a la vacunación (Pollock, 1982; Rice, 1982; Burtonboy, 1991).

Recientemente se demostró que vacunas con alto título antigénico administradas a las 4 semanas de edad pueden ser eficaces para colaborar en la reducción de la susceptibilidad al Parvovirus canino (De Kramer, 2011). Este estudio también evidenció, como ha sido señalado con anterioridad por otros autores (Chappuis, 1989), que el sistema inmune de los cachorros a edad temprana, es lo suficientemente apto como para montar una respuesta inmune protectora frente al desafío antigénico de las vacunas.

En base a esta información sugerimos que en ambientes con alta circulación viral y con la finalidad de cubrir las necesidades de pacientes pediátricos que han quedado desprotegidos a edad temprana, para de esta forma colaborar en la reducción de las tasas de mortalidad, el profesional actuante considere la posibilidad de comenzar la vacunación de forma anticipada.

Recordando que antes de las 6 semanas de vida se deben utilizar exclusivamente productos adecuadamente diseñados para esta finalidad. Las vacunas que se pueden colocar entre las 4 y 6 semanas de vida, deben ser monovalentes contra Parvovirus o combinadas que incluyan al antígeno de Distemper (cepa avianizada) y al Parvovirus canino (WSAVA, 2016) en su formulación.

Por lo tanto, la estrategia de protección y el diseño del mejor esquema de vacunaciones que sirva para prevenir la Parvovirosis y el Distemper en los cachorros, siempre debe estar en manos del médico veterinario conocedor de las características epidemiológicas de la zona y el lugar en donde vive cada animal.

Es muy importante que las personas tenedoras de cachorros jóvenes se informen de antemano y cumplan estrictamente con las fechas establecidas por el médico veterinario, pues el inicio de la vacunación, los intervalos entre las dosis y la finalización del esquema inicial de vacunaciones, representan las claves para obtener la protección, y de esta forma evitar el sufrimiento animal y las muertes innecesarias.


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