Fallas en la Vacunación contra el Parvovirus canino
Introducción
Si se administran correctamente, las vacunas protegerán a la mayoría de los perros contra el parvovirus, pero en ocasiones, podrían existir casos de animales vacunados que pueden presentar la enfermedad.
Debemos dejar en claro de
antemano que ninguna vacuna estará en condiciones de brindar protección al 100%
de los animales el 100% de las veces, por lo que se sugiere enfáticamente que
“La vacunación NO se debería promover como de resultado seguro”.
La
vacunación mejora las probabilidades de que un animal esté protegido contra
determinada enfermedad, pero nunca se puede garantizar esto. No hay forma,
incluso con vacunas altamente inmunogénicas, de estar seguros de antemano que
el sistema inmunológico de un individuo responderá de la manera deseada, la
cual se traducirá en protección para ese animal.
Respuesta Inmune
Por
tratarse de mecanismos y procesos complejos, no todos los perros tendrán
respuestas inmunes que funcionen a la perfección y de manera similar, como
tampoco todas las vacunas funcionarán de la misma forma. Es esperable siempre
algún evento ocasional de “ruptura de la inmunidad”, que es como llamamos a la
situación en la que una vacunación NO logra proteger al individuo contra el
desafío de una enfermedad infecciosa en el terreno.
Sin
embargo, si se produjera esta ruptura en la protección en un animal que ha sido
vacunado adecuadamente, en muy raras ocasiones experimentará una forma letal de
la enfermedad, siendo mucho más típico esperar que ese animal presente una
forma leve de la misma y se recupere rápidamente.
Anticuerpos Maternos
Hasta
el momento, la razón más común por la que pueden fallar las vacunas en los
cachorros continúa siendo la interferencia por los anticuerpos maternos.
Imagen: www.smalldogplace.com |
Esto es particularmente especial, cuando un cachorro recibe un nivel muy elevado de anticuerpos (inmunidad pasiva) a través del calostro de su madre, pues estos anticuerpos estarán en mejores condiciones para neutralizar a los antígenos de cualquiera de las vacunas que coloquemos en ese momento. Debido a esto, en algunas ocasiones los anticuerpos maternos podrían llegar a estar presentes, conservando su capacidad neutralizante, aún a las 16 semanas de vida.
Si bien la mayoría de los cachorros estarán en condiciones de responder a una dosis de vacuna contra el Parvovirus canino administrada a las 16 semanas de vida, la Asociación Americana de Hospitales Veterinarios de los EUA (AAHA),
recomienda en sus Lineamientos de 2017 particularmente para ambientes de Alto Riesgo
(omnipresentes en Latinoamérica), que algunos animales podrían beneficiarse con
una dosis extra de vacuna contra el Parvovirus, a las 18-20 semanas de vida.
La
AAHA define al escenario de “Alto Riesgo” como una evaluación subjetiva
aplicable a perros que residen en lugares en los que la incidencia de Parvovirosis
canina es alta; incluyendo además cachorros con alta exposición a otros perros
o ambientes contaminados.
Diagnóstico Incorrecto
Muchas
veces el diagnóstico de Parvovirosis se realiza exclusivamente por los signos
clínicos (fiebre, depresión, diarrea, vómitos) y en algunas ocasiones mediante
pruebas rápidas que sirven para identificar la presencia del virus en las heces
del animal.
Debemos
considerar también que “otros” patógenos virales y bacterianos pueden producir signos
clínicos que se parecen mucho a los inducidos por el Parvovirus canino. Es
importante señalar que incluso la presencia de “niveles bajos” de Parvovirus en
las heces, NO significará necesariamente que el mismo sea el responsable o el
responsable exclusivo de los signos clínicos que presenta el animal.
Es
frecuente identificar que perros adecuadamente vacunados y completamente
protegidos contra la enfermedad por el Parvovirus, puedan eliminar virus en sus
heces si están expuestos al agente patógeno en un medioambiente altamente
contaminado.
A
menos que la muestra de heces revele una infección por Parvovirus de moderada a
fuerte (carga viral), deberíamos considerar la posibilidad que los signos
clínicos del perro podrían ser causados por otro agente patógeno, o por
una combinación (co-infección) de Parvovirus y otro agente infeccioso. Por
ejemplo, un cachorro que ha estado expuesto simultáneamente al Parvovirus y al Coronavirus
canino, podría presentar diarrea y eventualmente otros signos clínicos como
resultado de la acción del Coronavirus solamente, debido a que este animal
estaba adecuadamente protegido mediante la vacunación contra el Parvovirus.
Conclusión
En
base a lo antedicho y en relación a perros que viven en zonas endémicas con alta
circulación de Parvovirus canino, omnipresentes en la región Latinoamericana,
el objetivo será el de asegurar que los cachorros desarrollen títulos de
anticuerpos robustos frente a esta enfermedad, a través del diseño y la
implementación en tiempo y forma, de esquemas de vacunaciones adecuados e
individualizados basados en la evaluación particular de riesgo para cada animal
relacionado a su lugar de residencia y estilo de vida.
Este
aspecto se postula como de alta relevancia para brindar la máxima protección
frente al desafío por el Parvovirus canino circulante en nuestro país y en toda
Latinoamérica.
Por
lo tanto, la estrategia de protección y el diseño del mejor esquema de
vacunaciones que sirva para prevenir la Parvovirosis en un perro, siempre debe
estar en manos del médico veterinario conocedor de las características
epidemiológicas de la zona en donde vive cada animal.
Es
muy importante que los tutores de perros, en especial de cachorros jóvenes, cumplan
estrictamente con las fechas establecidas por el médico veterinario, pues el
inicio, los intervalos entre dosis y la finalización del esquema inicial y básico
de vacunaciones, son las claves para obtener la protección en la mayoría de los
animales.
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